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Es mala de cojones.
"Algunos científicos afirman que el hidrógeno, por ser tan abundante, es el componente básico del universo. No estoy de acuerdo, pues hay más estupidez que hidrógeno, y es aquella el componente básico del universo."
¿Cuáles son las diferencias entre Mark Zuckerberg y yo? Pues que yo te doy gratis información privada de las corporaciones, y por lo tanto soy un villano. Zuckerberg da tu información privada a las corporaciones por dinero, y es el Hombre del Año.
Mis hijas no tendrán una esperanza de futuro como pude tener yo, serán simplemente esclavas a semestres alternos de una sucesión de hijos de la gran puta intitulados empresarios; no tendrán ni siquiera una pensión de jubilación que defender, porque a ellas no les llegará siquiera ese derecho ni como simple enunciado; no tendrán más acceso a la sanidad que el que se puedan pagar y mientras se lo puedan pagar. Les espera una vida de mierda a la que yo me siento culpable de haberlas arrojado. Nuestra generación, una generación de sobrados, de cobardes, de imbéciles y de analfabetos, una generación de pobres sacos de guano, de vulgares cagatintas venidos a más, hemos privado a nuestros hijos, en nuestra dejadez, en nuestro miedo gallináceo, en nuestra molicie de oropel, de unos derechos y de un futuro que hemos podido disfrutar nosotros no por nuestro propio mérito -pobres mierdosos deudores de todo y acreedores de nada- sino por la lucha y el sacrificio de nuestros padres.
La Ley Sinde fue una imposición extranjera, una obra de encargo, y como consecuencia de ello, una producción mediocre. Pero el estiércol es fértil, y hasta la peor de las películas puede encerrar una feliz metáfora: si algo nos ha enseñado la Disposición Final Segunda del proyecto de Ley de Economía Sostenible es cómo se hacen las leyes en España. El prisma narrativo de la Ley Sinde puede extrapolarse a todas y cada una de las actuaciones legislativas de nuestro Gobierno, dirigidas a blindar a la oligarquía financiera que ha sumido al país en la peor crisis de su historia. Carlos Sánchez Almeida.